Empoderamiento y la bola loca
Un grupo de más de diez mujeres ocupaban el campo de juego cuando entramos. Comenzamos a pelotear, pero ellas no se dieron por aludidas. Conversaban en un rincón cerca de un arco mientras elongaban mientras nosotros pateábamos al arco. Uno de los nuestros comentó que la escena le gustaba.
Comenzamos el partido siendo cinco contra cuatro (parece que ya es costumbre) , pero pronto se unió nuestro jugador restante. La noche era de buen clima, aunque había un poco de viento y la música estridente del complejo estaba fuerte.
El partido fue desparejo. El otro equipo corría, permanecía bien parado y pronto nos sacó diferencia. Igualmente continuamos disputando la pelota en la medida que nos fue posible. Cortando aquí y allá, intentando anticipar alguna que otra, tratando de desarticular las distracciones verbales que proponían los contrincantes. De todas formas, perdimos.
Durante el partido usamos dos balones diferentes. En un momento apareció uno colorado, que por momentos se movía de formas extrañas e inverosímiles. A veces a favor, a veces en contra. Brujería. La noche cerró en victoria para ellos y derrota para nosotros. Pero el fútbol da revancha.
Un relato digno
ResponderEliminarhabra revancha, gracias por tanto
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