Maestros del espacio y el tiempo

Tercera Guerra Mundial, el peligro del comunismo capitalista y el Occidente  marxistoide

 

Durante los últimos cuatro días la ciudad fue azotada por una brutal tormenta. Todo parecía indicar que hoy no se jugaría. Pero anoche,  como si los mismísimos Dioses lo hubieran querido, la tormenta paró y hoy jugamos.

Hoy, igual que la semana pasada, eramos diez. En realidad, uno de los nuestros se retiraría mediando el partido, pero llevaba un suplente. Y el suplente faltó a su palabra. Y cuando nuestro jugador se tuvo que ir, nos dejó siendo nueve, aunque no por mucho tiempo, porque un jovenzuelo con casaca de Riber lleno el agujero de la traición con gran energía. 

Ambos equipos jugaron de buena forma, con armas nobles y empleo de destrezas útiles. En esto último me quiero detener.

Por destrezas útiles me refiero a caños, giros, tacos, empleados con objetivos deportivos y no la humillación del rival.  Un movimiento lleno de gracia que termina en un ataque efectivo y que además se reconoce por el rival, es un paso hacia adelante en la construcción del ideal que representa el fútbol amateur. 

Como decía, el partido fue parejo, con mucha presencia en la mitad del campo de juego, marcas bien sostenidas y muchos sonidos guturales. Quizá el hecho de que estemos viejos nos vuelva mas inteligentes,  mejores administradores del tiempo y el espacio.

Hubo un momento del partido en el que creí que estábamos empatados, pero un rival lo puso en discusión. Yo no estaba seguro, pero cuando ví el fuego en sus ojos y escuché el odio contenido en su voz, decidí que estaba bien el y quizá yo me equivocaba. Pero el fútbol amateur también es querer ganar. Y la mejor manera de ganar es hacer un gol más. Y así fue que permanecimos tranquilos y pudimos manejar el resultado hasta el final. La frutilla del postre fue nuestro último gol, penal pateado con gran calidad por nuestro arquero. Domini tempor et spatii.

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